Los propietarios de más de 400.000 metros cuadrados en Santibáñez y Roqueta presentan un proyecto para recuperar históricas construcciones y darles un uso de ocio y formación relacionado con la mayor zona verde de la Bahía de Cádiz
Parque Natural de la Bahía de Cádiz. Es el gran 'descubrimiento' del Partido Popular en el Plan de Ordenación Urbana que esta semana ha pasado ya el trámite de aprobación provisional. Aunque desde 1984 se viene hablando de integrar en la ciudad este gran espacio libre, aunque se llegó a elaborar y planificar un proyecto para su puesta en uso bajo el nombre de 'Parque de las Salinas', y aunque en este cuarto de siglo se han presentado una decena de actuaciones privadas para la zona, el tramo del Parque Natural integrado en el término municipal de la capital sigue siendo el gran desconocido para Cádiz y el terreno más infrautilizado en un ciudad de apenas doce kilómetros cuadrados de extensión.
Afirma el gobierno local que el nuevo Plan de Ordenación abrirá esta gran extensión a la ciudad. Y pone sobre la mesa un documento que apuesta por un uso formalmente ecológico de la zona. La propuesta sin embargo choca con un periodo de importante recesión en el gasto público: recuperar los viejos molinos, poner en marcha nuevos senderos, el carril bici o el centro de interpretación que podrían retrasarse por estas circunstancias.
En este escenario de recorte estricto del gasto público la participación de la iniciativa privada se ofrece como una clara alternativa para desarrollar una parte de este diseño del Parque Natural, sobre todo si ésta ya es propietaria de un buen trozo de este suelo y además cuenta con dinero y con un diseño listo para ejecutar.
Desde hace cuarenta años un grupo de inversores nacionales e internacionales son propietarios de cerca de medio millón de metros cuadrados de suelo entre Santibáñez y la finca de la salina de la Roqueta. Sobre este suelo se proyectó hace décadas parte del Cádiz-3, que la presión ciudadana acabó por tumbar. Sin uso definido, el suelo ha visto pasar el tiempo sin crear riqueza para la capital... ni para sus propietarios.
El desarrollo del nuevo Plan ha animado a estos inversores a intentar por enésima ver sacar jugo a este inmenso terreno. Lógicamente lo que tienen sobre el papel nada tiene que ver con el Cádiz-3. Acorde con los tiempos, han presentando tanto a Costas, como a la dirección del Parque Natural y al propio Ayuntamiento un proyecto que, a la vez que protege el entorno aporta 'vida' al mismo, facilitando su uso por parte de una ciudad que siempre "ha dado la espalda a este terreno", como reconoce Jens Witthaus, portavoz de los promotores y con el que Diario de Cádiz visitó esta semana esta inmensa propiedad.
"Estamos cada vez más desesperados. Queremos dar vida a este terreno porque tenemos claro que los gaditanos no lo conocen; siempre le han dado la espalda al Parque. Si las administraciones quieren potenciar el Parque Natural nuestro proyecto se convertiría en la puerta natural al equipamiento y ayudaría a su mantenimiento".
El objetivo es recuperar todas las edificaciones que, en su propiedad, están en estado ruinoso e incluso parcialmente desaparecidas. Algunas construcciones datan de hace más de tres siglos y con la documentación existente el proyecto las recuperaría, como podría pasar con el Ventorrillo de Santibáñez, levantado en 1648 y del que apenas quedan una parte de la cimentación, así como el molino y el almacén.
Estos edificios, que antaño fueron ocupador por la rica industria salinera de la zona, se convertirían en un pequeño hotel, restaurante, centro de interpretación, balneario de talasoterapia, granja escuela, residencia para investigadores e instalaciones de ocio que estarían directamente conectadas con el segundo proyecto que completa la propuesta privada, además de un embarcadero que permita actividades náuticas: la apuesta de la acuicultura con un criadero de peces que aprovecharía también la antigua presa del molino de mareas y otras dependencias cercanas, donde se podrían desarrollar despesques. Todo ello podría completarse también con instalaciones de generación de electricidad por la acción de las mareas.
El proyecto de la granja de acuicultura ya cuenta con presupuesto, unos 400.000 euros, e incluso con ayuda de los fondos europeos. Incluso, según Witthaus, tiene el visto bueno de Costas "que ahora entiende que son necesarios estos equipamientos (de ocio y comerciales) siempre sostenibles en los parques naturales".
Sin embargo, los empresarios tienen claro que la planta de acuicultura será inviable económicamente si no se desarrolla junto a los equipamientos de ocio y hostelería. Y en este caso se choca con la negativa del Ayuntamiento.
Por lo pronto, Urbanismo ha rechazado la casi totalidad de las alegaciones presentadas por esta empresa al texto del PGOU, pero a la vez se ha optado por no abrir una vía de diálogo con los inversores, según denuncian éstos. "Aunque apuestan por una explotación del Parque le hemos planteado proyectos desde hace años y hemos obtenido el silencio como respuesta. No entendemos como el PGOU es más restrictivos que los planes que gestionan el propio Parque Natural de la Bahía".
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