La consejera ha sido fundamental para que haya un acercamiento con la Junta
Desde el primer encuentro que se produjo en la Subdelegación del Gobierno a principios del verano pasado ya se auguraban nuevos tiempos. Bien sea por el talante de Rosa Aguilar o por la sensibilidad municipal de la que fue alcaldesa de Córdoba por Izquierda Unida durante varios años, la conexión y la complicidad con la alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, fue inmediata.
Rosa Aguilar está siendo en el gobierno andaluz lo que María Teresa Fernández de la Vega es a nivel estatal. Los intereses públicos se han puesto muy por encima de los partidistas y gracias a ello han salido numerosas actuaciones que al final lo que benefician es a la capital gaditana y a sus ciudadanos.
El primero de los frentes que estaba abierto era el de la plaza de Sevilla. El tema estaba totalmente bloqueado y no se le daba salida a una de las operaciones urbanísticas más importantes. Sin embargo, bastó esa primera reunión para que Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), la Junta y el Ayuntamiento pusieran la primera piedra de esta actuación. Desde entonces el trabajo no ha parado, pese a que los plazos siempre son mucho más largos de lo que se piensa.
El otro es el que firmaron ayer para darle un impulso a uno de los mayores despropósitos públicos que se ha visto nunca en Cádiz. Un edificio hecho con dinero público y que no se podía explotar ni darle uso por la falta de entendimiento entre las administraciones. Tras la insistencia del municipio gaditano y la predisposición de Rosa Aguilar y, ahora, de Rafael Barra, la situación ha cambiado.
A este mejor clima también ha contribuido la labor desde la sombra del consejero de Gobernación y presidente del Consorcio del Bicentenario de la Constitución, Luis Pizarro, que ha ayudado a desbloquear algunos asuntos.
Rosa Aguilar recibió hace unos meses la responsabilidad de vivienda, precisamente el área en el que se producen más fricciones con la Junta, sobre todo en materia de rehabilitación. Es conocido por todos las continuas quejas por los "fallos" de protocolo de una y otra parte a la hora de hacer actos públicos y los continuos desencuentros y guerra de cifras. Hasta ahora no se ha producido ningún problema con Rosa Aguilar en este sentido.
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