El creador del edificio de Puerto América confiesa que ha vivido con "inquietud y preocupación" el proceso de deterioro del inmueble · Otero piensa que recuperarlo "está sólo en manos de la Administración"
Reconoce que el tiempo le hizo perder todo el derecho natural sobre su creación, pero Rafael Otero González siempre estuvo detrás de la pancarta. El hecho de haber participado junto a José Antonio Carbajal, y todo un equipo de grandes profesionales, en el proyecto del edificio Ciudad del Mar, en Puerto América, le obligó moral y sentimentalmente a intentar impulsar todo proyecto impulsable que pudiera haber significado sacar al inmueble de ese encefalograma plano en el que se sumió días después de su nacimiento.
-¿Cómo ha vivido estos 18 años de abandono del Ciudad del Mar?
-Con preocupación y con una inquietud enorme. Ha sido realmente duro ver como aquella zona se fue deteriorando por día. La intención del proyecto era lograr acercar la ciudad al mar, de ahí su nombre, pero lo que ahora queda allí es sólo un residuo del espíritu inicial.
-¿Y cómo es la encomienda?
-Realmente nace unido a los tentáculos de la Expo 92. Se utilizó algo de tiempo para Mundo Vela pero el proyecto que me encarga el Ayuntamiento es inicialmente mucho más ambicioso y amplio. Tanto que a veces parecía utópico.
-¿Ya no es utópico?
-Habría que corregir una serie de inexactitudes pero es la propia ciudad la que demanda que ese espacio llegue a tener vida. Al final, la ciudad se impondrá a cualquier criterio político o económico.
-¿Llegó alguna vez a considerar que su obra estaba terminada?
-El proyecto plasmado en la maqueta inicial es mucho más extenso. Lo que allí hay es sólo una primera fase de ese proyecto.
-¿Cree que el edificio es aún recuperable?
-En arquitectura todo es recuperable. Sus interiores están absolutamente destrozados. Además, recuperar el edificio es una obligación moral porque allí se hizo una inversión de dinero público muy importante. Siempre se habla de recuperar el edificio pero su resurrección debe ir siempre acompañada de la recuperación de su entorno. A día de hoy es un terreno muy degradado y clama un plan de ordenación de todo ese espacio ganado al mar.
-¿Cuánto fue el presupuesto?
-No lo recuerdo con exactitud pero está entre los 600 y los 750 millones de pesetas.
-¿Y podría cuantificar en dinero y en tiempo lo que costaría recuperar el Ciudad del Mar?
-He hecho ya varios cálculos dependiendo del proyecto que me encarguen. Mucho dinero.
-¿Estará para el Doce?
-No sabría decirle. Con dinero y con voluntad política todo se consigue, pero ahora, de lo que no hay precisamente, es dinero.
-¿Cree que llamarán a su puerta para el futuro nuevo proyecto, aunque sea sólo por derecho natural?
-Ha pasado ya mucho tiempo y ese derecho natural no existe. He hecho ya decenas de proyectos para ese edificio. Proyectos para entidades públicas y privadas, pero todos los he emprendido de manera altruista. La decisión final la tienen las administraciones.
-¿Sería ir contra natura no hacerlo?
-Conozco cada rincón del edificio, cada milímetro de sus columnas, pero eso, por desgracia, no cuenta.
-De esas decenas de proyectos, ¿Con cuál se quedaría?
-Para ese edificio se habló de una escuela de vela de alto rendimiento, de ahí se pasó a distintos y malogrados hoteles, uno para unos italianos. Un hotel grande, un hotel pequeño, un casino... Siempre ha habido mucho interés en darle vida a ese lugar. De todas formas, me quedo con la inversión pública. La privada se aleja siempre más de la realidad. Creo que recuperar el edificio está sólo en manos de la Administración.
-¿En serio piensa que usarlo como edificio de oficinas sería una forma de atraer al gaditano?
-Es un lugar que tiene que recuperar la ciudad. El gaditano no conoce ese rincón. Cualquier proyecto llevado con sensatez valdría, siempre que conlleve el acuerdo entre todas las partes y el respaldo de una idea bien meditada.
-¿Y cree que ese acuerdo llegó?
-Creo que sí, ¿por qué no?, después de tantos años ...
-¿Intentó alguna vez llevar a cabo alguna acción de fuerza para expresar su desconsuelo?
-No tengo derecho. Mi objetivo ha sido siempre intentar influir en el proceso con mi arquitectura y con mis proyectos. Pero al final, todo está en manos de los políticos.
-¿En qué orden enviaría al patíbulo a Ayuntamiento, Junta y Autoridad Portuaria?
-Cada uno sabrá lo que ha hecho bien y lo que ha hecho mal. La pena es que el edificio haya tenido que sufrir este deterioro, que es incluso más grave de lo que cualquiera pueda imaginar. El edificio es algo ya casi inexistente. Es ya una cáscara, una máscara. Creo que cualquier político que haya intervenido en este proceso tiene parte de culpa porque ellos son los que mueven las fichas.
-¿Le gusta la idea de un hotel?
-Reconozco que el uso residencial lo complicaría todo. Lo práctico sería buscarle un uso que se contemple dentro del Plan Especial del Puerto. Es realmente un lugar de la ciudad privilegiado, tanto, a lo mejor, como la propia Caleta. Pero todo debe pasar, insisto, por una ordenación de esa zona de La Punta de San Felipe. Allí te encuentras ahora unas naves puestas encima de otras, bares desperdigados ...
-¿Qué pasó con la idea del acuario de Eventos Marítimos?
-Se quedó vacía de contenido
-¿Cree que en seis meses habrá realmente movimiento?
-Hombre, me gustaría. Son momentos difíciles, pero me gustaría.
-¿Quién tiene realmente la culpa del deterioro del edificio?
-La culpa es de los malvados que lo han destrozado. El nivel de destrozo es del 95%. El edificio está acabado y no queda nada de él. Se han llevado hasta el último tornillo de la maquinaria del ascensor...
-¿Habría que enfocar parte de su uso al desarrollo del mercado de cruceros?
-Creo que queda lejos del núcleo de los cruceros. Lo veo más cerca del desarrollo de las prácticas deportivas. El tema de los cruceros está bien donde lo está enfocando la Autoridad Portuaria.
-¿Le ha dado tiempo al edificio de pasarse de moda?
-Hace ya 21 años que inicié el proyecto, pero las modas en arquitectura son malas.
-¿Mejor haberle hablado de estilo más que de moda?
-No, no, está bien usado el término. Realmente la arquitectura y la moda siempre van mal hermanadas.
-¿Está de acuerdo con que se protejan edificios como el de la Aduana o la Estación Marítima?
-En la Aduana prefiero no entrar porque se trata de un tema más político que otra cosa. Tampoco tengo muchos datos, la verdad. En cuanto a la Estación Marítima, es una pena porque nació siendo un edificio maravilloso, hasta que desapareció. Recuperarlo ahora sería una labor casi arqueológica (bromea). El edificio lo doy por perdido.
-¿Entonces se debería haber protegido antes?
-Sin duda alguna.
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