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El Ayuntamiento renuncia a la vigente concesión y un consorcio invertirá seis millones en rehabilitar y explotar el recinto de la Punta de San Felipe
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Alcaldía, Autoridad Portuaria y Junta se dan seis meses para aclarar plazos de obras y uso definitivo
Uno de los mayores monumentos a la inacción administrativa en la provincia tiene sus días contados. El edificio inconcluso denominado Ciudad del Mar y su entorno de Puerto América volverán a la actividad para poner fin a 18 años de inexplicable abandono.
Las administraciones directamente implicadas han admitido, por fin, que la fórmula de la concesión administrativa era inviable y han encontrado una nueva para recuperar una zona que la alcaldesa admitió ayer como «muerta». «Nunca hemos encontrado el camino», aceptó Teófila Martínez. Hasta ayer.
Tras casi 20 años de quejas cruzadas, trabas burocrácticas y proyectos empresariales frustrados, el edificio abandonado en el privilegiado entorno del brazo norte de los muelles gaditanos, en la Punta de San Felipe, volverá a la vida lúdica, comercial o deportiva, pero ciudadana en definitiva. La medicina que conseguirá convertir aquel suelo, ahora baldío, en un recinto con algún tipo de uso es un consorcio.
Las tres administraciones implicadas en la construcción y frustrada explotación del inmueble y su entorno se han puesto de acuerdo. La consejera de Obras Públicas y Vivienda, Rosa Aguilar; la alcaldesa gaditana, Teófila Martínez; y el presidente de la Autoridad Portuaria Bahía (APBC), Rafael Barra, escenificaron el entendimiento con la firma de un protocolo que termina con un fracaso colectivo instalado en una zona privilegiada desde 1992.
Entonces, el Ayuntamiento construyó el edificio, con la excusa de los Campeonatos del Mundo de Vela, en suelos concedidos por la Autoridad Portuaria. Ni siquiera llegó a terminarse el inmueble. Pero, mal que bien, se utilizó en aquella cita. Una vez terminada la competición, el abandono se instaló en la zona para irse nunca.
Para poner fin a esa situación, ha sido necesario que el gobierno local renuncie a la concesión realizada desde la Autoridad Portuaria y que expiraba en 2015. Ambas administraciones nunca llegaron a ponerse de acuerdo sobre el proyecto a elegir y, sobre todo, los requisitos de una quincena de ideas privadas que tantearon la posibilidad de recuperar el uso de la zona.
Ambas partes acceden a poner fin a ese acuerdo y partir de cero, con la Consejería de Obras Públicas como árbitro. Una vez roto ese pacto de concesión, al que el Ayuntamiento renunciará, se creará un consorcio (o sociedad mercantil) con intervención de esas tres partes en un plazo de seis meses. Esa nueva institución que controle Puerto América ya no esperará que ningún inversor reúna los requisitos para explotar la zona ni tenga intención de inyectar millones de euros.
El despertar: seis millones
El propio consorcio (o la sociedad) rehabilitarán la Ciudad del Mar y sus alrededores, decidirán sus nuevos usos (deportivo, hostelero, administrativo, mixto...) y lo abrirá, por fin, al uso ciudadano. Según fuentes oficiales, recuperar y acondicionar el deteriorado inmueble tendrá un coste total de unos seis millones de euros, que divididos entre las tres instituciones públicas participantes en el consorcio serán viables en época de recortes presupuestarios
Teófila Martínez incidió en que el pacto, que se extiende al entorno del edificio, permitirá reordenar toda la zona, reformar sus accesos, conectarla mediante transporte público y, en suma, insertarla en la vida de la ciudad. El reto es acabar con la sensación de zona apartada e incomunicada.
Rosa Aguilar, que como consejera ha sido la pieza clave para resolver este rompecabezas con más de tres lustros de vida. Apenas un año después de su llegada al cargo, ha conseguido ofrecer un acuerdo. Ayer, la consejera aseguró que la cooperación entre los firmantes va a continuar porque se trata de un acuerdo «de largo alcance» que responde a una «apuesta decidida por abrir las puertas del puerto de par en par, para que sea un espacio permeable y de disfrute para la ciudadanía», además de permitir mayor actividad comercial.
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