miércoles, 29 de diciembre de 2010

El derribo de casas bajas en Los Chinchorros se retoma tras meses de parón.

Las máquinas han comenzado a trabajar en la zona después de que el Ayuntamiento diera un ultimátum en noviembre

La eliminación de una de las mayores vergüenzas urbanísticas de la capital gaditana dio ayer otro paso en su lenta andadura. Tras casi una década de polémicas, pleitos, denuncias, incumplimientos y retrasos, el derribo de las restantes casas bajas de Los Chinchorros, frente al cementerio de San José, ha vuelto a comenzar.

El derribo de casas bajas en Los Chinchorros se retoma tras meses de parónLa maquinaria ha reiniciado la demolición y cumple así con el enésimo requerimiento de la Delegación municipal de Urbanismo de Cádiz. El pasado 3 de noviembre volvió a instar a la empresa Arrecife, formada por las constructoras SyC95 y Goncava, para que acometa el derribo de las casitas bajas que aún permanecen en Los Chinchorros. Son las que formaban la manzana, de una planta de altura, que limita con la calle Marqués de Cropani, la avenida, la plaza Ángel de la Guarda y el camposanto.

El Ayuntamiento advirtió en su última comunicación oficial que, si los derrumbes volvían a demorarse, sería la propia administración municipal la que los asumiera y ejecutara, con el posterior cargo de los costes a la empresa responsable. La demolición que ahora se reinicia era el presunto paso previo a la construcción de 171 viviendas en la zona. La previsión inicial era que las llaves de los nuevos pisos se hubieran entregado en primavera de 2004, lo que da una idea de las demoras acumuladas. Después de ese lustro largo de incidencias, las obras han permanecido paradas casi todo el año 2010. Las familias que ocupaban estas infraviviendas y que ya fueron realojadas a la espera de los nuevos pisos se han agrupado incluso en una plataforma.

La polémica incluso llegó al pleno ordinario de noviembre, en el que todos los grupos políticos cruzaron acusaciones aunque admitieron los enormes retrasos del proyecto y los graves daños económicos sufridos por los afectados.

La promoción ha perdido también apoyo financiero, por lo que su futuro es incierto. El reinicio de los derribos es el único viso de optimismo en seis años.

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